La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, debió pedir disculpas a Holanda por haber asegurado que ese país es un “narcoestado”. En tren de argumentar contra la despenalización de la tenencia de drogas para su consumo, Bullrich sostuvo en un programa de TV que “los mismos funcionarios holandeses” plantean que su política de no criminalizar a los consumidores tuvo como consecuencia un aumento de “los problemas de salud, los choques, los casos de violencia y los problemas de muerte”. Al día siguiente de explayarse enfáticamente sobre el punto, Bullrich fue informada de que estaba repitiendo una versión desmentida por las autoridades holandesas. La ministra terminó llamando a la embajada para presentar formalmente sus disculpas.

El nuevo traspié de la funcionaria de la mano dura tuvo lugar en el programa Debo Decir, de Luis Novaresio. Allí sostuvo: “En Holanda hoy están diciendo que el país es un narcoestado, los mismos funcionarios holandeses. Están en una crisis. Son los principales exportadores de droga de síntesis en Europa. Y todo por lo que genera la despenalización, que baja la idea del riesgo. Cuando se baja ese umbral, aumenta inmediatamente la cantidad de consumidores”. La ministra agregó que frente este panorama, en Amsterdam “hoy volvieron para atrás y cerraron el 80 por ciento de los coffee shops donde se consumía droga”.

La calificación de narcoestado fue tan llamativa que tuvo un efecto contrario al buscado por la ministra, que pronto fue desmentida y debió pedir perdón. “No quise ofender al gobierno de Holanda; tampoco a la reina Máxima”, dijo la ministra, en una serie de entrevistas para enmendar su exabrupto. El pedido de disculpas fue confirmado por la embajada del Reino de los Países Bajos. “La ministra se ha comunicado con el embajador Martín de la Beij. En dicha conversación, ha presentado formalmente sus disculpas por los comentarios efectuados, las que han sido a su vez aceptadas por el embajador”, señaló el escueto comunicado de prensa con el que la delegación diplomática dio “por concluido el caso”. 

El periodista Emilio Ruchansky, autor del libro Un mundo con drogas. Los caminos alternativos a la prohibición, explicó por qué las afirmaciones de Bullrich hicieron agua. “La regulación de la venta de drogas fue una decisión tomada por Holanda aplicando el criterio de oportunidad, un criterio jurídico que permite a un Estado decidir qué cosas no quiere perseguir. En este caso, lo que no se persigue es la venta de cannabis y hachís”, señaló Ruchansky. “La idea sanitaria base de todo esto es que la puerta de entrada a las drogas duras no es la marihuana, sino el contacto con el dealer. Si se logra que los consumidores no vayan a comprarle a un dealer, se restringen las posibilidades de que les ofrezcan cocaína o heroína. El que va a comprar marihuana lo hace legalmente y sólo consigue marihuana”.

Los efectos de esta medida fueron revisados dos veces tras comenzar a aplicarse en los 70. “En 1995 hubo una primera investigación con resultados positivos, ya que se encontró que Holanda tenía menos cantidad de consumidores de heroína que el resto de Europa.” Tampoco, al contrario de lo que sugirió Bullrich, había subido el consumo de cannabis. 

“En 2009, se volvió a revisar el resultado de esta política y otra vez los indicadores fueron favorables, ya que cada vez había menos personas que se iniciaban en el consumo inyectable de heroína. El objetivo de la regulación de la venta de cannabis y hachís, derivado de la marihuana, había sido reducir la cantidad de contagios de HIV y hepatitis C por el uso de jeringas compartidas”, agregó. 

Sobre el informe que Bullrich citó como de “los propios funcionarios holandeses”, se trató de un planteo del sindicato de policías, que reclamó por el nombramiento de 2 mil efectivos. El ministro de Justicia y Seguridad, Ferdinand Grapperhaus, consideró al pedido “muy alto”. El par holandés de Bullrich tampoco respaldó la descripción de una supuesta situación de desborde de la policía local.

“El sindicato de policía quiere  más trabajo. En Holanda se están cerrando incluso algunas cárceles; lo que dice el sindicato  es que Holanda está vendiendo más drogas de síntesis a otros países europeos. Por supuesto que también hay mafias, porque hay un turismo cannábico que las mafias intentan aprovechar para seducir y vender otras drogas, pero los investigadores dicen que eso es normal en cualquier parte. Tampoco se han cerrado los coffee shops, que tienen una reglamentación muy severa: no pueden vender alcohol ni tabaco, y cuidan que los clientes no usen el celular para evitar que llamen a un dealer, porque saben que si les encuentran otras drogas en el local serán clausurados”, apuntó Ruchansky. El periodista añadió que, dado que Holanda es el único país donde se puede comprar legalmente marihuana, hachís y también hongos, los fines de semana concurren gran cantidad de italianos, españoles y franceses. “Esto ocasionó problemas, pero en ningún caso se volvió atrás con la política de regulación de la venta de cannabis”.