Lecciones de Uruguay sobre el cannabis

Uno de los líderes que han trabajado por abrir el camino de la legalización en Uruguay, habló acerca de los pasos que está dando Colombia.

Catalina Erazo
14 de noviembre de 2015 - 03:59 a. m.

Julio Rey, presidente de la Federación Nacional de Cannabicultores de ese país y promotor del movimiento social que logró la ley de regulación junto con el expresidente Pepe Mujica, habla de los retos que enfrenta Colombia para lograr una política efectiva de drogas, por ejemplo, convocando a un diálogo en la sociedad.

Bajo el gobierno de José Mujica, Uruguay fue el primer país latinoamericano en dar pasos gigantescos hacia la legalización de la marihuana. Con la Ley de Regulación que él firmó en 2014, el país se convirtió en pionero en el mundo en tener un mercado legal y regulado de cannabis, desde su siembra hasta su venta al público.

Esto fue posible gracias a la movilización social de quienes eran perseguidos por consumir la sustancia, quienes lograron una articulación con el Gobierno y un diálogo social para romper paradigmas y desmitificar el consumo de marihuana en Uruguay.

Julio Rey es uno de los líderes que han trabajado por años para lograr los cambios sociales que implicó la decisión de abrir el camino de la legalización en su país. Desde Montevideo habló con El Espectador acerca de los pasos que está dando nuestro país al abrir el debate sobre la legalización del cannabis para uso medicinal, científico y posiblemente recreativo.

Desde que se firmó la ley en Uruguay, ¿cuáles han sido los avances en el país?

Los que conocemos el tema, notamos en las calles un aumento del consumo de la flor en lugar del tradicional prensado uruguayo (que se vende en el mercado ilegal, mezclando la marihuana pura con químicos), lo cual ya habla de una mejora de salud. El 39% son las personas que están cultivando en Uruguay, así que pasamos de un producto que dejaba mucho que desear por sus consecuencias, al consumo de la flor. Algo mucho menos perjudicial.

Una de las principales preocupaciones de algunos sectores en Colombia es que este debate abra el camino para la legalización con fines recreativos. ¿Qué opina de ese temor?

No entiendo cuál sería el miedo, porque en realidad significaría una ventaja. Con la legalización la sustancia sería más visible. Muchos de los mitos alrededor de la marihuana radican en la prohibición. Lo que es prohibido nos tienta a todos; entonces, si el consumo de cannabis se desmitifica, creo que disminuiría la aparición de nuevos usuarios por falta de interés cuando pase a ser una cuestión totalmente aceptada.

Basados en la experiencia de Uruguay, ¿cuál es la preparación ideal que debe tener un país para abrir las puertas a la legalización de sustancias como la marihuana?

Más allá del ejemplo uruguayo, no existen fórmulas mágicas para esto. Cada país tiene su realidad. Colombia en particular, con un narcotráfico poderoso que salta muchísimas veces a las esferas institucionales. Pero la mayor preparación para una apertura a las drogas por parte de un país sería la de incentivar un profundo diálogo social en todos los sectores: civil, Gobierno, Policía, judicial, cada cual con su visión. Además de apuntar a una ley donde no primen los derechos de uno o de otro.

No entiendo el escándalo. Este mundo tiene presencia de drogas desde sus inicios, ya sea en forma ritualista, lúdica o incluso medicinal. Las drogas forman parte de nuestra historia, entonces, muchas veces, a la hora del debate hay un profundo marco moral, político y religioso. Lo bueno sería que la gente tuviera la apertura de mente suficiente para no cerrarse en estos enfoques que llevan a la falta de comprensión hacia el otro y entender que cualquiera tiene derecho a producir y consumir su marihuana en la medida que no provoque daño a terceros.

En ese sentido, con este decreto, ¿Colombia va por el camino correcto?

Bueno, esta apertura e intento de regulación son un adelanto. Lo bueno sería no caer en el error de hacer que toda la producción quede en manos de grandes industrias o que las exigencias conduzcan a que sólo sea posible producir la marihuana y sus derivados medicinales en los grandes capitales, lo cual probablemente termine beneficiando mercados extranjeros, en lugar de dar trabajo directamente a los colombianos.

¿Qué piensa de la forma en la que surge el intento de legalización aquí, liderado por el Gobierno Nacional?

En Uruguay se dio un profundo diálogo social desde las organizaciones, los productores, los consumidores, etc., y desde esos insumos se produjo la ley. Así que creo que sería bueno para Colombia que el Gobierno tenga esta apertura social, porque la droga es un tema de todos. Si hablamos de salud pública y hablamos de una ley que pueda ser totalmente efectiva, el uso recreativo tiene que estar legalizado. No olvidemos que la guerra de las drogas muchas veces tiene mucho más costo social que las mismas drogas.

¿Con qué acciones concretas se logró la regulación?

Hubo manifestaciones públicas, marchas, foros públicos, además de intervenciones en radio y trabajo con los medios de comunicación. También hubo mucho estudio del tema, con reuniones para desmitificar la marihuana. Todo lo que se habló en cada rincón del país con la gente fue lo que se estructuró con las instituciones para redactar la ley.

Por Catalina Erazo

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