Con disparos desde helicópteros, vehículos blindados con soldados o a quemarropa, los oficiales de la policía de Río de Janeiro abatieron a 558 personas durante los primeros cuatro meses del año, la cantidad más grande desde que las autoridades comenzaron a llevar un registro hace más de dos décadas. Esta cifra reciente sucede después de años en los que las autoridades federales y locales instauraron políticas que disminuyeron los asesinatos a manos de la policía. Sin embargo, debido a que el país cayó en una profunda crisis económica y política en 2014, se agotaron los recursos para los programas de seguridad. Las bandas de delincuentes reclamaron los territorios que perdieron en Río, y estalló la violencia en todo Brasil: el año pasado fueron asesinadas más de 51.500 personas.