En diciembre de 2013, Uruguay asumió el control de la producción, comercialización y distribución de la marihuana con el objetivo de "terminar con el narcotráfico y mejorar la salud de la población". No han sido pocos los obstáculos a los que se ha enfrentado y sigue enfrentando a día de hoy esta ley. La negación de los bancos a trabajar con empresas que comercializan marihuana, el avance del turismo cannábico y los mercados clandestinos surgidos a raíz de la ley o el escaso desarrollo del cannabis medicinal son algunos de los problemas a resolver tras cinco años de regulación. Sin embargo, pese a los problemas, las resistencias de parte de la sociedad y del propio aparato del Estado, Uruguay ha establecido un modelo innovador y ha marcado un camino para otros países que ahora se plantean un proceso similar.