La legalización permitiría tratar al consumo y la adicción a las drogas como lo que es, es decir, como un asunto de salud pública, mientras que, por otra parte, la legalización de las drogas (de algunas o de todas) permitiría reorientar una gran cantidad de recursos físicos, financieros y humanos, que hoy en día se destinan a atacar al narcotráfico, al combate de aquellos delitos que, a diferencia del tráfico y consumo de drogas, sí generan víctimas y sí afectan de manera incuestionable el bienestar de la población.