Los medios nacionales, el gobierno de Estados Unidos y la oposición casi se infartan con el anuncio de cambio en las metas de erradicación de cultivos de uso ilícito (y ahora con el anuncio de despenalizar a los pequeños cultivadores). Les pasó lo mismo con los anuncios de gradualidad. La verdad no entiendo por qué. El presidente Petro, desde el día 1, en su discurso de posesión, dijo que el gobierno del cambio implicaba una nueva política de drogas. Lo repitió en Naciones Unidas y lo dice cada vez que puede. Por el contrario, a mí me ha parecido tímido. Le bajó el tono a la discusión sobre regular la cocaína, no le ha metido el diente a la regulación del cannabis.

El último Informe global sobre la droga 2016 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) presenta un análisis extenso sobre producción, incautaciones y consumo, que lleva a una conclusión sorprendente: el negocio de la cocaína parecer estar cayendo. El informe plantea una pregunta que tiene implicaciones importantes para el crimen organizado de Latinoamérica: ¿hay contracción en el mercado global de la cocaína?

Colombia será el primer país que lleve a una discusión legislativa la regulación de la quinta droga más consumida en el mundo y la segunda más incautada, según cifras de Naciones Unidas: la cocaína. En el Congreso será radicado un proyecto de ley de los senadores Iván Marulanda, del Partido Verde, y Feliciano Valencia, del Mais, que busca cambiar la guerra con la que país lleva décadas enfrentando el narcotráfico, sin lograr acabarlo pero con altos costos en vidas y dinero. La iniciativa plantea el control del Estado de la producción y comercialización de la hoja de coca y la cocaína para arrebatarle a las mafias este negocio, también aborda la regulación aludiendo a derechos como la vida digna, la salud, y el libre desarrollo de la personalidad, así como a la necesidad de reducir los riesgos por consumo.

La guerra contra el narcotráfico en Colombia ha dejado decenas de miles de muertos en décadas de lucha y devastado las zonas rurales del país, y el gobierno está lejos de ganar la batalla. Colombia sigue produciendo el 70% de la cocaína que se consume en el mundo. Son cada vez más las voces que apuestan por una legalización o regulación de la producción y el consumo, con el expresidente y Nobel de la Paz Juan Manuel Santos: “Hace más de 40 años que estamos en esta lucha contra las drogas decretada por Naciones Unidas, y no se ha ganado. Y una guerra que no se ha ganado en 40 años es una guerra perdida. Hay que reinventar esta guerra contra el narcotráfico y las drogas y una de las formas más efectivas es quitarle la prohibición a todo lo que tiene que ver hoy con el tráfico de drogas, y racionalizarlo para poderla controlar mejor”.

Police are investigating a growing number of "cocaine taxis" – cars that deliver the drug to any location – in the German capital. According to local Berlin broadcaster RBB, police opened 35 new probes involving cocaine delivery between the months of May and October alone this year. In 2018, there were 11 police investigations in connection with “cocaine taxis” in Berlin. It has prompted concerns over increased usage of the class A drug – and how easy it is to get a hold of it in the capital. Customers who want to buy cocaine order a "taxi" by making a phone call or sending a text with the address they want it delivered to. They are then connected to an unofficial call centre.

On June 17, 2019, US law enforcement agents boarded a shipping vessel in Philadelphia and seized 19.75 tons of cocaine with a street value of over $1 billion. It was one of the largest drug seizures in US history and prompted the company to invest millions in security upgrades. The vessel in question – the MSC Gayane – was part of the fleet of the Geneva-based Mediterranean Shipping Corporation, which handles about 16 of the world’s seaborne trade, the second-most after Danish-based Maersk, according to a ranking of shipping operators. UN experts note the illicit drugs trade has been on the rise in the five-year period leading up to 2019 and that drug barons appear to be taking larger risks, sending more cocaine at one time. (See also: Jail sentence for first of MSC Gayane crew in cocaine smuggling case)

Drug trafficking and the corresponding ‘war on drugs’ are driving deforestation in Central America, two new reports published by Fundación Neotropica and the PRISMA Foundation think tank have found. Military efforts to tackle cocaine traffickers have instead pushed them into remote forests, where the shadowy underground economy they build has a devastating effect on the environment, the researchers said. The economic impact on the region’s protected forests is at least $215m per year, they found. The traffickers then clear forests to create hundreds of air strips to land planes full of cocaine coming from the Andes.

Pascual Restrepo ha realizado varias investigaciones sobre la economía ilegal y los costos que ha tenido que pagar el país en el marco de la denominada lucha contra las drogas. La idea de fondo es tratar de entender por qué, a pesar de la gran cantidad de recursos invertidos, esta ha sido tan ineficiente. El experto economista explica cuáles pueden ser las razones del “fracaso parcial” del Plan Colombia y cuál debería ser la estrategia para reorientar el apoyo financiero internacional en un escenario de posconflicto. (Véase también: Hacia la segunda fase del Plan Colombia)

El ministro de Gobernación, Enrique Degenhart, denunció que el país ha dejado de ser solo un punto de tránsito y trasiego de droga para convertirse en un “productor de cocaína”. “Guatemala se convierte ahora en un productor de cocaína, que ya pone al país en una situación con respecto a la seguridad regional totalmente distinta”, dijo el funcionario. El Ministro hizo esta valoración después de que las autoridades localizaran laboratorios y plantaciones de hoja de coca en algunos municipios donde está declarado el Estado de Sitio desde el 4 de septiembre. El gobierno tomó la determinación de implementar la medida en 22 municipios, después de que una brigada de la Marina supuestamente fuera emboscada por un grupo armado, dejando tres militares muertos, cinco heridos y uno ileso.

The Australian Capital Territory has become the first Australian jurisdiction to decriminalise illicit drugs in small quantities. Laws passed in the territory’s parliament mean people found with small amounts of nine different types of illicit drugs will not be criminally prosecuted. Instead they will be cautioned, fined or referred to a drug diversion program. The substances decriminalised include heroin, cocaine and speed. The ACT health minister, Rachel Stephen-Smith, said focusing on harm-minimisation rather than punishing drug users was the way forward. “The ACT has led the nation with a progressive approach to reducing the harm caused by illicit drugs with a focus on diversion, access to treatment and rehabilitation and reducing the stigma attached to drug use,” she said

Customs officers seized twice as much cocaine in the first six months of 2020 than in the same period last year. More than 25,000 kilograms of the drug were intercepted in the Netherlands between January and June, compared to 12,000 in the first half of 2019. The customs service said better co-operation with police and other domestic agencies, as well as border control agencies in countries such as Belgium and Brazil, had contributed to the increased haul. It is not known how much of the increase is the result of more cocaine being smuggled worldwide. In April, 4,500 kilos of cocaine were found in a container of bananas from Costa Rica. Rotterdam and Antwerp are known to be two of Europe’s main hubs for the international illegal drugs trade.

Amsterdam mayor Femke Halsema believes that Europe should decriminalize the sale of cocaine, like various countries already allow the sale of cannabis. “But I am a realist and know that there is too little political support for such measures,” she said at the opening of a congress on organized crime organized by Justice Minister Dilan Yeşilgöz-Zegerius and attended by multiple European institutions and Belgium, France, Germany, Italy and Spain. She thinks countries need to look at drug use differently. “Let us face the facts: the war on drugs isn’t working. Seizing drugs is not working. And cocaine regulation isn’t in the picture either. I hope we can agree that we need to formulate an alternative strategy,” Halsema said. (See also: Ministers say legalising drugs won’t deter crime; new cooperation might)

The increased use of shipping containers to conceal drugs has made the high volume ports of Antwerp, Rotterdam and Hamburg the new epicentre of the European cocaine market, according to a new report on the industry by European police organisation Europol. This means Europe’s North Sea coast has now overtaken the Iberian peninsula as the primary point of entry for cocaine reaching Europe, Europol says. While Antwerp is the biggest arrival port for cocaine, most of the drug is ‘is likely intended for organisations operating out of the Netherlands. (See also: Belgium and Netherlands centre of cocaine traffic in Europe | Nine arrested in drugs container)

Bélgica y Holanda se han convertido en los grandes centros de tráfico de cocaína en Europa, superando a España como principal ruta de contrabando, indicó el martes (07.09.2021) Europol, la agencia policial de la Unión Europea. Aprovechando el aumento de la oferta de cocaína, sobre todo procedente de Colombia, las bandas criminales utilizan las ciudades portuarias de Róterdam, Hamburgo y, sobre todo, Amberes para enviar la droga a Holanda, desde donde se distribuye por toda Europa, según Europol.  "El epicentro del mercado de la cocaína en Europa se ha desplazado hacia el norte", afirmó Europol, que elaboró un informe de 27 páginas junto con la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD).

Drug gangs increasingly choose Antwerp over the port of Rotterdam since checks there have become tougher. Almost one-third of all cocaine intercepted in European ports was in the port of Antwerp, according to Europol's latest EU Drug Markets Report. Belgian customs announced that 2019 was a new record year. They intercepted 61 tons of cocaine, which is more than 10 times as much as five years earlier. This upsurge has less to do with increased controls than with growing European consumption, according to narcotics experts. Critically, the drug problem exposes Belgium's most influential politician, Bart De Wever, Antwerp's mayor, to being politically outflanked by the far right.

There is no shortage of people willing to plant and harvest coca; and there is no shortage of cocaine. According to the United Nations Office on Drugs and Crime (UNODC), global production hit a record 1,982 tonnes in 2020. That number is up by 11% on the year before, and nearly double the amount produced in 2014. Plenty of Latin American presidents have said the war is not working—though they tend to do so only once they have safely left office. Now some of those in power are beginning to speak up, too. In an interview with The Economist, Gustavo Petro, Colombia’s new president, talked of leniency for repentant gang members, decriminalising coca-leaf production and creating places where Colombians could consume cocaine in a supervised environment.

El narco se multiplica para seguir abasteciendo al mercado. El negocio del tráfico de drogas es más que nunca un monstruo de mil cabezas. El último informe anual del Observatorio Europeo sobre Drogas, presentado este jueves en Bruselas, así lo percibe, especialmente cuando se refiere a la cocaína. Las incautaciones de esta sustancia, la segunda más consumida tras el cannabis tanto en España como en Europa, están en su nivel más alto, pero su grado de pureza en la venta al por menor es el mayor en una década debido a que ha aumentado el volumen de producción. El diagnóstico es que la tecnología está cambiando el modus operandi en la distribución de cocaína.

Canada remains in the grips of a deadly toxic drug crisis that has claimed the lives of tens of thousands. It’s a crisis that has been blamed on a war — the war on drugs — fuelled by what policy experts and people who use drugs say is a mix of prohibition, criminalization, lack of supports and stigma. In the face of what is called government foot-dragging on providing the tools needed to stem the tide of death, activists are taking action, recently launching a fulfilment centre and compassion club in Vancouver, which procures, tests, repackages, and distributes drugs to people at high risk of overdose. The group is risking their liberty in the process, as the club is not legal — but they’re fighting the federal government in court so that it can be. They haven’t been shy about publicizing their activities, and have even been visited by the federal minister for addictions.