La reducción del daño como parte de la solución
Todavía no está claro cuál será la política de drogas del Presidente Obama. Todavía no ha sido nombrado el zar antidrogas. Muchos altos funcionarios de los años Bush todavía están ocupando sus cargos y decidiendo la agenda para la política de drogas.
A falta de una nueva dirección y políticas claras, la DEA asaltó un dispensario de marihuana para uso médico en California el jueves pasado, en los primeros días del gobierno de Obama. Ello a pesar de la promesa hecha durante su campaña de acabar con esos asaltos federales contra los pacientes que consumen marihuana por prescripción médica y el personal médico que labora en esas dependencias. Como senador, Obama votó contra una enmienda en el Senado estadounidense que se proponía socavar las leyes estatales para el uso de la marihuana por prescripción médica.
Aunque todavía no ha sido nombrado el nuevo zar, la nueva administración ya tiene una Estrategia para la Fiscalización de las Drogas 2009, que fue la que preparó la que preparó la oficina del zar, ONDCP, del gobierno saliente.
La Casa Blanca anunció que el nuevo Presidente apoya la eliminación de la prohibición federal al intercambio de jeringuillas. Esto podría reducir significativamente las tasas de infección del VIH/SIDA entre los consumidores de drogas. El intercambio de jeringuillas es una estrategia de prevención del sida, conocida en todo el mundo como reducción del daño.
Aunque en el comienzo de su campaña Obama se refirió a la reducción del daño, durante el resto de su campaña dio la impresión de querer evitar referirse al tema. En una entrevista publicada en septiembre de 2006, dejó ver que conoce bien lo que significa la reducción del daño:
“Entiendo que la implementación de los métodos de la reducción del daño a nivel nacional es un asunto controvertido. Sin embargo, éste no es un concepto nuevo. Muchos países desarrollados recurren a la reducción el daño como parte de la solución para prevenir la expansión del VIH/SIDA. O reconocemos los beneficios potenciales de la reducción del daño para la salud pública a la vez que continuamos reforzando las medidas de control de la guerra a las drogas, o dejamos que el mundo de las drogas sea un caldo de cultivo del VIH/SIDA, la hepatitis y tantas otras enfermedades evitables”.
La reducción del daño no es un concepto nuevo en Estados Unidos. A finales de 2007 había en 36 estados de ese país 185 programas de intercambio de jeringuillas, además de otros en Washington DC y en Puerto Rico.
Y aunque ahora hay un nuevo presidente, los delegados estadounidenses en Viena que negocian una nueva Declaración Política –que deberá ser aprobada en marzo de 2009 en el segmento de alto nivel de la Sesión 52 de la Comisión de Estupefacientes – están esquivando las palabras reducción del daño y toda la terminología asociada.
Muchos países dirigen sus ojos hacia la ONU en busca de orientación en política de drogas. Un reconocimiento oficial del intercambio de jeringuillas y de la reducción del daño en las estrategias de control de drogas mejoraría la efectividad de las medidas contra el VIH/SIDA y otras enfermedades de transmisión sanguínea, reduciendo considerablemente el número de muertes por sobredosis. La reducción del daño está permitida en Estados Unidos y se implementa exitosamente. Sin embargo, a nivel internacional los Estados Unidos le dicen a los países que no deberían ni siquiera mencionarla.
El Presidente Obama debería apresurarse en formular algunas orientaciones políticas claras. De no hacerlo, va a perder una oportunidad única de mandarle a la comunidad internacional el claro mensaje de que la nueva administración tiene auténtica voluntad de luchar seriamente contra el VIH/SIDA y otras enfermedades de transmisión sanguínea.