El paraíso está lejos
Lunes, 14 de noviembre, 2011
Para terminar con el control de vastas áreas de Rio de Janeiro dominadas por pandillas de narcotraficantes, nada mejor que realizar una ocupación militar que expulse a los criminales, restablezca el orden y la ley, y luego facilite programas sociales bien estructurados, que van de la apertura de campos de deporte a puestos de salud y guarderías, además de otros instrumentos de rescate de la ciudadanía. En cada cerro ocupado se instala una Unidad de Policía Pacificadora, que convivirá con los habitantes dentro de las reglas mínimas de respeto mutuo, sin violencia, sin atentar contra la dignidad de las gentes y respetando los derechos básicos de cada uno.