La descriminalización en Portugal cumple diez años
En julio de 2001, hace ahora diez años, Portugal descriminalizó el consumo y la posesión de todas las drogas ilícitas, cocaína y heroína incluidas. Con el nuevo marco jurídico, todos los estupefacientes serían 'descriminalizados', no 'legalizados'. La posesión de drogas para consumo personal y el consumo en sí siguen estando legalmente prohibidos, pero quebrantar esa prohibición se entiende como una infracción meramente administrativa y queda totalmente fuera del ámbito penal.
En un artículo del Wall Street Journal, se habla de los diez años de descriminalización que celebran en Portugal como de un modelo efectivo y real para abordar un problema que supone una carga económica y social para todos los países. Muchos habían previsto que la iniciativa sería un desastre y que Portugal se convertiría en el destino de miles de 'turistas de las drogas', que llegarían al país sabiendo que no podrían acabar ante los tribunales. Pero lo cierto es que esa “promesa de sol, playas y todas las drogas que quieras” que vaticinaba un político nunca se materializó.
"El impacto en la vida de las familias y de nuestra sociedad es mucho menor que antes de la descriminalización”, manifestaba João Goulão (en la foto), el 'zar de las drogas' de Portugal y presidente del Instituto de las Drogas y las Toxicodependencias en un artículo que publicó Time Magazine el año pasado, añadiendo que la policía puede ahora centrarse en perseguir a traficantes de mucho mayor nivel y mayores cantidades de drogas.
Según un estudio realizado en 2009 por el Cato Institute, la descriminalización no ha tenido efectos negativos sobre los índices de consumo de drogas en Portugal, que, con respecto a muchas sustancias, se encuentra ahora entre los más bajos de la Unión Europea, especialmente si se comparan con países con estrictos regímenes de criminalización. Los datos demuestran que el marco de descriminalización de Portugal ha logrado un rotundo éxito; éxito del que se pueden extraer unas evidentes lecciones que deberían servir para orientar los debates sobre políticas de drogas en todo el mundo.
Un estudio más reciente de la revista especializada British Journal of Criminology sobre la experiencia portuguesa (titulado, en inglés What Can We Learn From The Portuguese Decriminalization of Illicit Drugs?), llega a la conclusión de que, a diferencia de lo previsto, la descriminalización no se ha traducido en un aumento importante del consumo de drogas en el país. De hecho, todas las pruebas apuntan a una disminución del consumo problemático de estupefacientes, de los daños relacionados con las drogas y de la sobrecarga del sistema de justicia penal.
La descriminalización en Portugal ha conducido asimismo a una reducción del número de personas encarceladas por delitos de drogas, que ha pasado de un pico del 44 por ciento en 1999 a un 28 por ciento en 2005. La disminución de los prisioneros por delitos de drogas contribuyó a una marcada reducción de la sobrepoblación penitenciaria. En 2005, el número de reos ya no superaba la capacidad oficial de las cárceles del país.
La importante caída de las muertes relacionadas con la heroína (de 350 en 1999 a 98 en 2003) se puede vincular con el significativo aumento de los consumidores que comenzaron a seguir un tratamiento de sustitución. Aunque el número de muertes relacionado con el consumo de otros estupefacientes aumentó, se produjo una bajada general de las muertes relacionadas con drogas: un 60 por ciento entre 1999 y 2003.
El impacto de la descriminalización en los niveles de consumo de estupefacientes es objeto de distintas interpretaciones. El consumo de heroína se redujo notablemente, pero el de cocaína y cannabis se incrementó, especialmente entre los jóvenes, al igual que en otros países europeos (mientras que el de Portugal sigue estando muy por debajo de la media europea).
En general, y tal como concluye el Cato Institute, “el marco de descriminalización de Portugal, analizado según prácticamente todos los factores, ha sido un rotundo éxito (…) Los responsables de la formulación de políticas de drogas del Gobierno portugués coinciden casi unánimemente en que la descriminalización ha facilitado un enfoque mucho más efectivo para gestionar los problemas de adicción a los estupefacientes y otros problemas relacionados con las drogas en Portugal”.