Respuesta del IDPC al Informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes correspondiente a 2012
Agosto de 2013
A pesar de su carácter excepcional en la historia del régimen de fiscalización internacional de drogas, y a pesar de las advertencias que apuntaban a lo contrario, el hecho de que el Estado Plurinacional de Bolivia se retirara de la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes el 1 de enero 2012 no dio lugar al derrumbe del sistema de control de las Naciones Unidas (ONU). Dicho esto, existen fuertes motivos para pensar que, a pesar de conmemorar el centenario del régimen, 2012 se convertirá en el año que marcó el principio del fin del sistema de tratados en su forma actual y de la reestructuración de un mundo normativo al parecer tan apreciado por muchos de los miembros de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE o Junta).
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En noviembre del año pasado, a raíz de una serie de iniciativas de plebiscito democráticas, dos estados de los Estados Unidos dieron los primeros pasos para establecer mercados regulados de cannabis. Además, al mismo tiempo que se sucedían los acontecimientos en los Estados Unidos, y en el marco de una serie de debates de alto nivel en América Latina sobre la revisión del paradigma de control vigente, el Gobierno uruguayo comenzó a estudiar seriamente la adopción de un enfoque de regulación del uso no médico ni científico de las drogas a escala nacional, un proceso que ya está en camino de convertirse en ley.
Tomadas de forma individual, estas novedades son significativas. En su conjunto, representan el desafío más trascendental al que se ha enfrentado el marco moderno de los tratados en toda su historia. En este contexto, el tono y los contenidos del Informe anual de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes 2012 2 nos dice mucho acerca de cómo la Junta está tratando de operar en un entorno tan dinámico, desafiante y –al parecer para la Junta– amenazante. El Informe también es muy revelador en cuanto al enfoque adoptado por el nuevo presidente de la JIFE y las diferencias de éste con respecto a su predecesor, el profesor Hamid Ghodse, a cuya memoria se dedica el texto.