La ONU debe rumiar su política sobre drogas
En un artículo del diario canadiense National Post, Steve Edwards se burla de la lógica de la reciente recomendación de la JIFE de abolir o prohibir ‘la práctica de masticar hoja de coca y la fabricación de mate de coca’.
“No prohibimos la cerveza y los licores porque algunas personas abusen del alcohol”, comenta el artículo. “A pesar de ello, en su intento por acabar con el consumo ilícito de cocaína, el organismo supervisor de las Naciones Unidas en materia de drogas le está diciendo a millones de indígenas de Sudamérica que entierren sus tradiciones milenarias, e instando a sus gobiernos a que criminalicen la masticación de la coca y el mate de coca.”
“Sin duda, a los artífices de la convención de 1961 y de las enmiendas de 1972 se les escaparon –o no les importaron– las tradiciones indígenas cuando establecieron que la producción y el comercio de hoja de coca se deberían reservar a ‘fines médicos y científicos’, prosigue Edwards.
De hecho, la decisión se basó en un polémico ‘informe científico’ preparado por la denominada Comisión de Investigación sobre la Hoja de Coca, que en 1949 efectuó una breve visita a Bolivia y el Perú para “investigar los efectos de mascar hoja de coca y las posibilidades de limitar su producción y controlar su distribución”.
De acuerdo con las normas científicas de hoy día, el informe se habría lanzado directamente a la papelera. El informe ha recibido muchas y duras críticas por su arbitrariedad, su falta de precisión y sus connotaciones racistas. También se ha criticado la preparación profesional de los integrantes del equipo investigador, así como el hecho de que éstos tuvieran intereses paralelos, la metodología empleada y la incompleta selección de la literatura científica existente en la época sobre la hoja de coca.
Sin embargo, la JIFE sigue basando sus recomendaciones en este obsoleto documento, científicamente cuestionable, a partir del que se decidió incluir la hoja de coca en la Lista I de la Convención de Estupefacientes de 1961 junto con la cocaína y la heroína. La convención también estipulaba que “la masticación de hoja de coca quedará prohibida dentro de los 25 años siguientes a la entrada en vigor de la presente Convención”. (Artículo 49, 2-e)
El presidente de la JIFE, Philip Emafo, comentó en una entrevista que la tarea de la Junta consiste en impulsar la aplicación de las leyes internacionales sobre drogas, y que los países que se oponen a ello por motivos culturales deberían buscar enmiendas. Puede que formalmente tenga razón, pero como TNI señaló en su comunicado de prensa del 5 de marzo, la declaración de la JIFE no está en consonancia con otros tratados internacionales y determinados artículos de las propias convenciones sobre drogas.
Emafo también debería releerse los anteriores informes de su organización. En 1994, la JIFE mencionó que el mate de coca, “que en varios países de América del Sur se considera inocuo y legal, es una actividad ilegal atendiendo a lo dispuesto tanto en la Convención de 1961 como en la Convención de 1988, pese a que no era ese el propósito de las conferencias plenipotenciarias que aprobaron esos instrumentos”.
Sin duda, no falta la jurisprudencia que ya corrige parcialmente ese error histórico, aunque la Junta actual parece ignorarla deliberadamente. Dadas las presentes opiniones de la JIFE, los gobiernos deberían tomar nota de la invitación de Emafo y enmendar la Convención.
Desclasificar la hoja de coca sería la mejor solución, pero como bien apunta Edwards: “Independientemente de toda la jerigonza legal, es una pena que no se imponga el sentido común y que se abandone a su suerte a las tradiciones indígenas”. Leer artículo completo (en inglés)