¿El ocaso de la prohibición?
Los referendos en Washington y Colorado podrían ser el primer paso del ocaso de la prohibición de las drogas
El pasado martes en EE.UU. hubo dos votaciones que pueden llegar a ser más trascendentales para Colombia y América Latina que la reelección de Obama: en Colorado y en el estado de Washington (no en la capital federal), una mayoría de ciudadanos aprobó la legalización de la marihuana. Esos referendos no se limitaron a despenalizar el consumo o a aprobar el uso medicinal del cannabis, que ya existe en muchas partes de EE. UU., sino que tomaron un paso más radical: legalizaron la venta de marihuana para uso recreativo.
El régimen jurídico del cannabis enesos estados sería entonces semejante al del alcohol: un mercado legalpero estrictamente regulado. Por ejemplo, en Washington existiríanlugares autorizados, por licencia estatal, para el cultivo y la venta demarihuana. Sólo podrían adquirir la sustancia los mayores de 21 años ytoda venta pagaría 25% de impuestos; los dineros recaudados serviríanpara financiar escuelas, seguros de salud y políticas de prevención delas adicciones.
Puse los verbos en el párrafo anterior en condicional pues jurídicamente esas decisiones ciudadanas enfrentan aún un desafío. A nivel federal subsiste la ley que penaliza la distribución y el consumo de marihuana. Existe entonces el debate sobre si un estado como Colorado podría o no derogar una prohibición que está en una ley federal.
Esa controversia constitucional es compleja, pero es probable que se resuelva a favor de los dos estados. Pero independientemente de su resultado, los referendos en Washington y Colorado podrían ser el primer paso del ocaso de la prohibición de las drogas, al menos por cuatro razones.
Primero, porque esos referendos atacan el corazón de la prohibición, que precisamente penaliza cualquier uso recreativo de sustancias como el cannabis.
Segundo, porque esas decisiones no son fruto de un arrebato momentáneo de votantes excéntricos, sino que expresan un creciente apoyo ciudadano a la legalización de la marihuana, que en Estados Unidos llega, según una encuesta Gallup de 2011, al 50%, mientras que en 1969 era de sólo 12%.
Tercero, porque el porcentaje de personas que en EE. UU. consumen marihuana regularmente es menor al 10%. La mayor parte de quienes hoy apoyan la legalización del cannabis no son entonces consumidores de drogas, que voten por interés propio, sino ciudadanos ordinarios que se oponen a la prohibición por razones morales y de conveniencia pública: han entendido que una persona tiene el derecho a decidir libremente qué hace con su cuerpo, siempre y cuando no afecte derechos de terceros, y se han dado cuenta de que la prohibición es una estrategia contraproducente para enfrentar el problema del abuso de sustancias psicoactivas.
Finalmente, porque EE. UU. ha sido el principal promotor de la prohibición a nivel mundial, por lo que cualquier cambio de política en ese país tendría un impacto global. Y la reelección de Obama ayuda pues es mucho más abierto a explorar nuevas políticas frente a las drogas que los republicanos.
Los colombianos deberíamos tomar nota de esos cambios, sobre todo ahora que en el Congreso se empieza a discutir un nuevo estatuto de drogas.
Rodrigo Uprimny es Director de DeJusticia y profesor de la Universidad Nacional. Este opinión fue publicado origenalmente por El Espectador.