La voluntad de los electores
Colorado y Washington han puesto la marihuana legal en el mapa
Ahora que los votantes en los estados de Colorado y Washington han aprobado iniciativas para la legalización de la marihuana, la atención se ha volcado repentinamente hacia preguntas sobre la implementación de esta medida —y, en particular, hacia especulaciones sobre cómo podría reaccionar el gobierno federal. Ello es totalmente comprensible, pues no es un secreto que las recientemente aprobadas iniciativas estatales entran en conflicto con la ley federal.
El Gobernador de Colorado, John Hickenlooper, presentó el tema demanera pintoresca la noche de la votación: “La ley federal aún sostieneque la marihuana es una droga ilegal”, recalcó, “de modo que no seapresuren a abrir los paquetes de Cheetos o de Goldfish”. (Por si acaso, las compañías PepsiCo y Campbell’s Soup, dueñas respectivamente de las marcas “Cheetos” y “Goldfish”, se encuentran al presente desafiando latendencia a la baja en el mercado de valores tras las elecciones). Laposibilidad de que las autoridades estatales y federales encuentrenmaneras para cooperar entre sí en lugar de enfrentarse,resultará clave para determinar el destino de la Enmienda 64 de Colorado y la Iniciativa 502 de Washington.
Pero resulta ya obvio, tanto en los Estados Unidos como en América Latina, el significado simbólico de la aprobación de las propuestas para la legalización de la marihuana. A nivel doméstico, ambas victorias enfatizan cómo las decisiones estatales y locales están impulsando el debate en cuanto a políticas sobre la marihuana, ante la actual inercia —por no decir parálisis— que se da a nivel federal. La opinión pública ha cambiado considerablemente en años recientes, y los votantes se encuentran ahora a la vanguardia de la mayoría de los funcionarios electos, especialmente de los políticos a nivel nacional. En ausencia de un liderazgo a nivel federal, los votantes a nivel estatal están tomando la delantera.
En América Latina, la votación de estos estados para legalizar la marihuana llega en un momento en que el difundido desaliento respecto a la “guerra contra las drogas” vigente durante décadas, ha convergido en pedidos por parte de los gobiernos y la sociedad civil para llevar a cabo una reconsideración profunda de las políticas sobre drogas. Para muchos latinoamericanos, las votaciones en favor de la legalización de la marihuana resaltan el divorcio que existe entre, por un lado, una tendencia inconfundible hacia políticas más liberales sobre la marihuana en los EE.UU. y, por otro lado, la estricta línea prohibicionista que aún domina la legislación federal y la política exterior de los EE.UU.
Un asesor principal del Presidente electo mexicano, Enrique Peña Nieto, lo expresó sin ambages: “Evidentemente no podemos darle un trato a un producto que es ilegal en México, tratando de evitar el trasiego a Estados Unidos, cuando en algunas partes tiene un trato distinto”. Más al sur, mientras el Parlamento uruguayo debate legislación que legalizaría la marihuana en ese país, la votación de la semana pasada en los Estados Unidos —cuna de la moderna “guerra contra las drogas”— muestra que la puerta hacia la verdadera reforma se encuentra abierta, y que no se cerrará fácilmente.
En una declaración conjunta el 12 de noviembre, los presidentes de México, Belice, Honduras y Costa Rica, pusieron en claro que las votaciones en Colorado y Washington en favor de la legalización de la marihuana provocarían una reconsideración de las políticas vigentes en sus propios países. Ahora que existen jurisdicciones al interior de un país que integra la Organización de Estados Americanos (OEA) que han aprobado la legalización de la marihuana, sería impensable que el informe sobre políticas de drogas de la OEA que debe aparecer en 2013 incumpla con presentar la legalización de la marihuana como una de las opciones a disposición de los gobiernos.
La noche de la votación, el Gobernador de Colorado, Hickenlooper (opuesto a la Enmienda 64) también recalcó: “Los votantes han hablado y tenemos que respetar su voluntad”. En el estado de Washington, la Gobernadora saliente, Christine Gregoire, aclaró asimismo que su trabajo “consiste en hacer lo que el pueblo del estado de Washington ha dicho que quiere que se haga”. En ambas votaciones, una mayoría simple fue el umbral a la victoria. De hecho, tanto la Enmienda 64 como la Iniciativa 502 fueron aprobadas por amplios márgenes. Un análisis más acucioso de los resultados de la votación destaca hasta dónde ha avanzado la opinión pública en relación a las políticas referidas a la marihuana, y cuán diverso puede ser el apoyo para la legalización de esta sustancia.
En Colorado, después de computar casi todos los votos emitidos, la Enmienda 64 fue aprobada por 10 puntos porcentuales, 55.0 a 45.0 por ciento. Lo que resulta aún más saltante: la propuesta por la legalización de la marihuana en Colorado se impuso en más condados y recibió más votos (1’336,579) que los obtenidos por el Presidente Obama (1’270,869), para no mencionar a Mitt Romney (1’147,518). En algunos de los condados de mayor población en los cuales el Presidente ganó por amplio margen, como Boulder y Denver, la Enmienda 64 quedó a la zaga de Obama. Pero la propuesta para la legalización de la marihuana se impuso en siete condados donde Obama quedó detrás de Romney. En promedio, la Enmienda 64 se impuso por un margen de casi 5 por ciento en esos siete condados, mientras que Obama quedó rezagado ante Romney por un promedio de casi 14 puntos porcentuales. Evidentemente, el apoyo para legalizar la marihuana en Colorado no se redujo simplemente a una cuestión de votantes “demócratas” versus “republicanos”.
En Washington, con más del 98 por ciento de los votos contabilizados, la Iniciativa 502 también ganó fácilmente, por 11 puntos —55.6 a 44.4 por ciento. La iniciativa obtuvo casi tantos votos a favor (1’684,645) como los que recibió Obama (1’712,374), quien se impuso fácilmente a Romney (1’269,846). Similarmente al caso de Colorado, en algunos de los condados de mayor población (y ubicados al oeste) del estado, incluyendo al Condado King, la Iniciativa 502 no se mantuvo precisamente a la par que el apoyo recibido por Obama. Pero la Iniciativa 502 se impuso en seis condados donde Obama quedó rezagado por Romney. En esos seis condados, incluyendo a Spokane, la Iniciativa 502 ganó por un margen promedio de 4 puntos, mientras que Obama quedó detrás de Romney por un promedio de casi 8 puntos porcentuales. Inversamente, Obama se impuso en otros dos condados (Clark y Cowlitz) donde la Iniciativa 502 resultó derrotada.
Tanto en Washington como en Colorado, la propuesta para legalizar la marihuana comprende todo el espectro ideológico y atraviesa las fronteras partidarias, desafiando incluso los patrones geográficos típicos de votación.
El sólido apoyo en favor de estas iniciativas se presenta como un recordatorio de la noción democrática fundamental de que, en la medida en que las actitudes y preferencias del público evolucionan en el curso del tiempo, las leyes —incluso las leyes referidas a las drogas— forjadas bajo circunstancias diferentes deberán eventualmente ajustarse para coincidir con nuevas realidades.
En última instancia, la implementación de la Enmienda 64 y la Iniciativa 502, y los impactos que sucedan a tal implementación, dependerán de la intricada interacción de los intereses políticos y legales implicados en el federalismo contemporáneo. Sin embargo, lo que es seguro ahora es que Colorado y Washington han llevado la legalización de la marihuana al primer plano; que en los próximos años se presentarán a votación nuevas iniciativas para legalizar la marihuana en otros estados; y que eventualmente la legislación federal sobre la marihuana deberá modificarse para mantenerse a tono con la época actual.