Las víctimas olvidadas de la guerra a las drogas
El Bronx de Bogotá
Así las llamó un reciente reportaje de la BBC sobre las condiciones de vida -¿vida?- de los habitantes del Bronx, un barrio de Bogotá. Son los consumidores problemáticos y marginados, abandonados a su suerte. El Gobierno central y local están tomando medidas para enfrentar el problema. ¿Qué resultados se pueden esperar?
¿Quién se puede imaginar que tras este escenario de miseria se esconde un negocio de hasta cerca de 4 millones de dólares? Esa cantidad sería solamente la que mueve una de las varias bandas que negocian la droga en el Bronx, un barrio céntrico de la capital de Colombia.
El reportaje de la BBC lo describe así: “Entre los cuerpos tirados por el suelo, cual muñecos descompuestos, y aquellos que deambulan tambaleantes en medio de la basura, con la mirada perdida y envueltos en los más estrafalarios harapos, esta parte del centro de Bogotá bien podría ser el set de una película post-apocalíptica”. Y más adelante, “Las dramáticas consecuencias del uso prolongado del bazuco son más que visibles en los rostros desdentados de la gente que vive, literalmente, entre las basuras de esta calle, en sus balbuceos sin sentido –a veces agresivos, a veces divertidos– y su piel, marcada por las cicatrices y las enfermedades”.
El Bronx es lo que llaman en Colombia una “olla de bazuco” (punto de venta y consumo de esta sustancia, conocida también como pasta base de cocaína, paco, o crack.)
Ahora el Gobierno colombiano quiere que este Bronx dantesco sea pronto cosa del pasado. La alcaldía de la ciudad viene realizando desde hace algunos meses un programa de atención médica a los habitantes del sector, el proyecto CAMAD. Esta medida cuenta con el respaldo del Gobierno nacional y en fechas recientes el mismo presidente Santos se ha hecho presente en la zona y se ha pronunciado a favor de la medida considerándola como “un paso hacia adelante”.
Desmantelar la 'olla' el Bronx hace parte, además, de una amplia campaña del Gobierno para eliminar otros centros masivos de expendio y consumo en todo el país. Quieren quitarle esos espacios al crimen organizado a través de una combinación de garrote y zanahoria: presión policial por un lado, y componente humanitario con la presencia de las instituciones públicas por el otro. Esto último ha comenzado a materializarse en las acciones de reducción de daños de la alcaldía, como los mencionados Camad.
Pero un proceso de 'desmantelamiento' de la venta y consumo problemático de las características del Bronx bogotano puede ser más complejo de lo que sugieren estas palabras del presidente Santos durante su reciente visita al sector: “Les he dado instrucciones al ministro de Defensa y al señor director de la Policía para que en un término de 60 días me acaben con esas ‘ollas’”.
No solo es osado pretender solucionar en dos meses lo que ha tomado muchos años en generarse, sino que es arriesgado políticamente. Si al final de ese período no se han obtenido los resultados anunciados el primer día (algo que muy posiblemente sucederá), la opinión pública tenderá a ver la medida como un fracaso. Por otro lado, si bien una fuerte intervención policial en el Bronx muy probablemente logre 'eliminar' esa olla en concreto, esto no es garantía de que el problema haya quedado resuelto, pues sólo habrá logrado trasladar la olla - con su violencia y sus grupos criminales - a otro punto de la ciudad. De acuerdo a declaraciones de Rubén Ramírez del Centro de Estudio y Análsis en Convivencia y Seguridad Ciudadana (Ceacsc), esto es algo que de hecho ya está sucediendo. Sobre la dispersión generada por el desmantelamiento de otras ollas en el pasado reciente de la ciudad de Bogotá, véase el análsis, Seguridad ciudadana en la olla.
Para que se empiece a ver la efectividad de programas como los Camad y otros similares, así como el proceso de llevar la institucionalidad a la zona, se van a necesitar mucho más de dos meses. Pues en últimas lo que se busca con ellos es una reducción de la demanda, en particular de este tipo de demanda del consumo problemático y marginal que se ve en las calles del Bronx y otras ollas parecidas. Con una verdadera reducción de la demanda el problema no se traslada a otros barrios sino que desaparece. Pero para esto se necesita persistir en las políticas de ayuda e integración de la población. Y esto lleva tiempo.