La piedra en el zapato
Algunos avances en las políticas de drogas a pesar de las convenciones de la ONU
América Latina ha dejado ver recientemente de manera clara que quiere un cambio en las políticas de drogas. Pero la coerción que ejercen las convenciones de drogas de la ONU y el poder de países como Estados Unidos para mantener la línea dura de la 'guerra a las drogas' no les permite a estos países, y a otros que han intentado con mayor o menor éxito aplicar medidas innovadoras en materia de drogas, hacer verdaderos progresos en el camino. Se avanza, es cierto, pero como llevando una molesta piedra en el zapato.
La Convención Única sobre Estupefacientes 1961 persigue fundamentalmente acabar con los usos tradicionales de la coca, el opio y el cannabis, limitando su cultivo a las cantidades necesarias para fines médicos y científicos. Una década más tarde, debido a que circulaban en el mercado nuevas drogas, se firmó el Convenio sobre Sustancias Sicotrópicas de 1971 que añadió nuevas listas de control. La redacción de una nueva convención de drogas en 1988 (la Convención contra el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas) fue un paso más en el escalamiento de la guerra a las drogas. Esta convención endureció las leyes de drogas induciendo un aumento de las tasas de encarcelamiento en todo el mundo.
No obstante este pesado aparato institucional destinado a someter a los países a una regulación impuesta desde arriba, algunos comenzaron a desviarse de la trayectoria de la represión. Debido a los crecientes problemas de orden social y de salud asociados a una dura aplicación de la ley de drogas, algunos países europeos, y otros como Canadá y Australia, comenzaron a introducir y aplicar medidas de reducción de daños como parte de sus políticas de drogas. Los programas de intercambio de agujas y de sustitución con metadona han contribuido de manera significativa a hacer frente a los problemas asociados con el consumo de heroína, y a la expansión del VIH y de la hepatitis. Varios países de Asia han copiado y reproducido exitosamente estos modelos.
Otra desviación de la línea represiva de los tratados ha sido la despenalización. Ahora hay países en los que la posesión de drogas para uso personal no es un delito; países que han logrado desviar la acción de la ley hacia la atención social y sanitaria; países que están revisando sus leyes con el fin de integrar los principios de los derechos humanos y la proporcionalidad de las sanciones. Es decir, muchos países del mundo están tratando de “humanizar” el control de las drogas para resolver sus problemas internos sin salirse del marco de las convenciones.
Esto último es lo que intentan también algunos países latinoamericanos que están debatiendo en sus respectivos parlamentos propuestas de reformas legislativas para las drogas. Un tema particular es el que tiene que ver con la hoja de coca. La exigencia de los tratados de abolir la práctica del consumo tradicional de la hoja de coca nunca se aplicó en la práctica. El consumo de coca en su forma natural ha ido incluso ganando cada vez más espacio en la sociedad de los países andinos. Lo mismo podría decirse del cannabis en países como Pakistán o Marruecos en donde el cannabis se ha consumido tradicionalmente. Todos estos países tienden a ser tolerantes con este tipo de consumo a pesar de lo que dicen las convenciones.
De manera particular, la aceptación del cannabis ha hecho grandes progresos en los países occidentales. La experiencia de los coffeeshops de los Países Bajos, de los clubes sociales de cannabis en España con la despenalización del cultivo para uso personal, y del cannabis para uso médico en varios estados de los EE.UU., son ejemplos contundentes de que se puede en la práctica aprovechar los vacíos en la letra de los tratados para optar por prácticas más liberales.
Pero se ha ido más lejos. La legalización del consumo recreativo en los estados de Colorado y Washington en los Estados Unidos representa una clara violación de los tratados internacionales de la ONU en lo relativo al cannabis. Eso mismo pasará si Uruguay llega a aprobar el proyecto de ley que regula la producción y venta de marihuana en ese país.
Así pues, muchos pasos se han podido dar y se seguirán dando a pesar de la piedra en el zapato. De todos modos, mientras sigan vigentes las convenciones tal como las conocemos hoy, estaremos caminando cojo, o avanzando de manera dolorosa como en las procesiones, dos pasos adelante y uno atrás.