Desaceleración entre bocanadas
Idas y vueltas en torno a la legalización de la marihuana
Viernes, 21 de diciembro, 2012
A seis meses del anuncio oficial del envío al Parlamento de un proyecto de ley para la legalización de la producción y comercialización de la marihuana, el presidente José Mujica pidió “frenar” la iniciativa. Fue tras la difusión de una encuesta que refleja un alto índice de desaprobación de la medida. Al parecer, el presidente procura generar más debate en la opinión pública.
La bancada oficialista, sorprendida, se debate ahora entre enlentecer el paso o seguir adelante. Fue tapa de diarios, revistas y portales. Fue incluida, en las últimas reuniones del gabinete, en el paquete de las 15 medidas diseñadas por el gobierno para retomar el protagonismo en la agenda de la inseguridad. La propuesta, elevada en su momento por el ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, recorrió el mundo: Uruguay legalizaría la producción y la comercialización de la marihuana. Junto a la máxima de “el presidente más pobre del mundo”, el anuncio concitó una verdadera procesión de periodistas extranjeros a la chacra de Rincón del Cerro. El alto perfil mediático comenzó prontamente a perfilar el proyecto como uno de los hitos de la presidencia de Mujica pero, para sorpresa de propios y extraños, el presidente habló el martes de “frenar” el proyecto. Un día antes, una encuesta de la consultora Cifra había revelado que 64 por ciento de los uruguayos están en contra de legalizar la marihuana.
“Yo confío que el pueblo uruguayo entienda que estamos frente a una guerra y que lo que estamos usando es una artillería que no jode a nadie. Estamos regalando la población al narcotráfico”, dijo el presidente ante una improvisada rueda de prensa. “Tenemos que aprender del viejo Batlle, de don Pepe: mientras los norteamericanos inventaron la ley seca, en el Uruguay el Estado hizo el estanco del alcohol, y durante varias décadas el que vendía el alcohol para chupar era el Estado”, justificó, luego de declarar que la sociedad aún “no está madura” para este cambio. “Lo vamos a llevar suave”, graficó. El anuncio de Mujica sorprendió a la bancada oficialista, generó malestar en los promotores del proyecto y estrenó al otro Mujica ante los ojos de la prensa internacional, acostumbrada a su mejor versión: la del gran estadista, y la del viejo filósofo. De golpe, las distancias entre la mirada internacional y la local se achicaron, y los medios del mundo comenzaron a conocer al hombre de la marcha atrás, el que acuñó aquella frase de “como te digo una cosa, te digo la otra”.
Como es usual en estos casos, los ministros salieron a matizar el revuelo generado. “La idea que él manejó es que el proceso vaya acompasándose entre el debate que dimos nosotros en el Poder Ejecutivo, el debate en el Parlamento y el debate de la opinión pública. Cuál es el momento preciso depende de quién toma las decisiones, pero yo creo que está bien acompasar los tiempos”, sostuvo, consultado por Brecha, el ministro de Desarrollo Social, Daniel Olesker. En la misma línea, su colega de Educación, Ricardo Ehrlich, expresó que se trata de “buscar la forma en que la sociedad pueda participar del debate” sobre la legalización del cannabis. “Yo creo que es un tema muy importante para tener sobre la mesa para el debate. Es muy importante que la sociedad lo asuma en su complejidad (...). Es un cambio profundo, realmente trascendente”, agregó. Ministros, senadores y diputados intentaron apaciguar el torbellino, pero otra vez fue difícil. Dos días después, volvió a hablar el presidente en m24. Y, tras el “freno” inicial, buscó dar señales de mantener en pie la discusión.
En su audición, Mujica criticó ayer “las conversaciones politiqueras de gente que es inteligente” y que no quiere ver que el negocio de las drogas “es un problema de mercado”. El presidente invitó a los líderes a que “miren lo que pasa en las naciones centroamericanas” y hasta ironizó sobre los pronunciamientos de líderes opositores y de su propio antecesor, Tabaré Vázquez, que se manifestaron contrarios a la despenalización. Consultado por el proyecto del gobierno durante la presentación en Colonia de su libro Crónica de un mal amigo, hace tres meses el ex mandatario había soltado: “Si la legalización del consumo de marihuana ayuda para que no se consuman otras drogas, bienvenida sea, pero hay que demostrarlo”. Y luego más enfático: “No hay que consumir marihuana, lisa y llanamente”. En aquel momento, Vázquez recordó que países como Holanda, pioneros en la legalización de la marihuana, están revisando la liberación del consumo. Ayer, Mujica dijo “estar lejos” de creer “en el beneficio de ninguna adicción”. Pero también matizó que “los seres humanos somos tercos y débiles y terminamos acompañando los vicios”. Esta mirada contrasta con la del oncólogo socialista, que ya trasmitió su opinión directamente a Mujica, según relataron a Brecha miembros de su entorno.
En el gobierno sostienen la teoría de que, más que “frenar” el proyecto, la idea de Mujica es revertir la resistencia que la legalización de la marihuana despierta en amplios sectores de la sociedad –incluido el Frente Amplio (FA)– buscando con sus declaraciones una mayor movilización social. “Mujica está mandado a hacer para esas cosas”, señaló un ministro cercano al presidente. La gimnasia argumentativa para justificar las reiteradas idas y venidas de Mujica olvida, sin embargo, el desgaste que el tema empieza a tener en las organizaciones promotoras del proyecto y en la propia bancada. Tan sólo un día antes, los legisladores de la Comisión de Adicciones de Diputados habían escuchado de parte del prosecretario de Presidencia, Diego Cánepa, y del presidente de la Junta Nacional de Drogas, Julio Calzada, sólo elogios para el proyecto. Aunque según aseguró a Brecha el diputado de la Vertiente Artiguista José Bayardi, la bancada oficialista “no ha recibido formalmente ninguna consideración al respecto por parte del presidente”, los diputados se debaten ahora entre continuar el camino o enlentecer el paso.
En su cuenta de Twitter, el diputado Sebastián Sabini (MPP), promotor del primer proyecto sobre autocultivo personal, opinó que “seguro se va a legislar”. “Hay que escuchar al Pepe entero, el proyecto de regulación no se para, hay que debatir, convencer, y sumar. Vamos a legislar. No lo duden”, escribió en la red social del pajarito. En la misma dirección, Bayardi explicó que en el Parlamento “se sigue trabajando no sólo para consensuar a la interna del Frente sino para consensuar con el resto de los partidos políticos”. Sorprendido, el senador Alberto Couriel pidió “dejar trabajar a la bancada parlamentaria. Las encuestas son las encuestas. No corresponde gobernar en base a las encuestas, porque uno tiene determinados principios, determinadas ideas”. La presidenta del FA, Mónica Xavier, catalogó la palabra del presidente como “una respuesta de sensibilidad frente a un relevamiento de opinión pública” y abogó por “ampliar el debate, involucrar más al conjunto de la sociedad sobre lo que significa y por qué se ingresó en un planteo de esta naturaleza”. Xavier reconoció a Brecha que “hace falta más pedagogía desde el gobierno para informar sobre estos temas” y aseguró que, a su juicio, “debería ser la propia bancada la que tuviera el protagonismo de amplificar hacia el conjunto de la sociedad estos debates”.
Enredado en el debate y enfrentado a la bancada, el gobierno ve con preocupación la evolución del tema en la opinión pública desde que, poco después de presentadas las 15 medidas, un estudio de la consultora Equipos encargado por el Ministerio del Interior mostrara un 68 por ciento de rechazo a la iniciativa, curiosamente con los niveles más altos de desaprobación en los sectores más jóvenes (a diferencia de la más reciente de Cifra). De ahí que varios diputados y senadores avalen la tesis de que es probable que buena parte del rechazo a la iniciativa surja de la propia confusión generada tras el anuncio. Si en la primera bocanada tras la presentación de la iniciativa el presidente habló de la apertura de un registro de adictos y hasta de la devolución de “las colillas”, lo que vino después no hizo sino mostrar un alto grado de improvisación. Primero fue la idea de plantar cannabis en establecimientos militares. Luego, la de habilitar a una empresa privada para la producción. Más tarde, advirtió que si el 60 por ciento no aprobaba la iniciativa, la anularía. Ahora, pide más tiempo. Mientras tanto, los únicos que respiran aliviados son los letristas de Carnaval.