Del Guaviare (Colombia) a Viena (Austria)

Impresiones de un trabajador de base que asistió a la Sesión 56 de la Comisión de Estupefacientes (CND) de la ONU en Viena
Pedro Arenas
Jueves, 11 de abril, 2013

PedroArenas1Cuando le dije a mi padre que me iba para Viena, le tuve que explicar que no era broma, que no iba a un punto del departamento de Boyacá en Colombia, sino que había sido invitado a la capital de Austria en Europa, donde cada año se reúnen delegados de todos los Gobiernos para hablar de sus progresos en la lucha contra las drogas. El solo me preguntó, "¿de cuáles progresos hablan ellos?".

Con esa pregunta en mente viaje desde San José del Guaviare, a Bogotá, y luego a la otrora capital del imperio austro húngaro, vía París. El Guaviare, la zona donde vivo, esta bañado por varios ríos y su paisaje es principalmente de bosques amazónicos en trance de ser destruidos para convertirlos en praderas para vacunos. Hace 35 años se cultiva la planta de coca por colonos que vinieron de varias partes del país, y en los últimos 20 años al menos seis presidentes de la Republica han estado de acuerdo en fumigar con agroquímicos la región para acabar dichos cultivos, que tercamente siguen existiendo. Por su parte desde 1987 los agricultores de la coca vienen haciendo protestas para pedir al Gobierno alternativas lícitas que no llegan. Ellos reclaman apoyo para su supervivencia, asistencia técnica, soporte financiero para nuevos cultivos y reconocimiento de sus derechos.

En el liderazgo juvenil, hace dos décadas, nos encontramos con activistas comunitarios con los que hemos trasegado distintas experiencias. Nuestro rol de promotores de los derechos de comunidades campesinas, indigenas y afrodescendientes nos ha llevado a mantener comunicacion con organizaciones internacionales y ONG que trabajan por una visión para enfrentar los retos de las drogas en la sociedad. Algunas de estas ONG procuran hablar de la reducción de daños entre los usuarios de drogas; otras de la descriminalización de los usuarios; algunas han logrado introducir cambios en las legislaciones de sus países; han promovido redes médicas y científicas en el ámbito de la salud publica. Pero cada vez más, algunas de ellas plantean también cambios en el campo de la producción de drogas de origen natural.

En mi viaje, los policías de frontera que controlan los aeropuertos estaban de buen genio. Ingresé a la comunidad de Estados Schengen y regresé sin problema, algo que no siempre sucede. Con frecuencia los viajeros latinos o colombianos son revisados con mucho detenimiento por el mero hecho de venir de esa parte del mundo. Quizá la crisis europea actual ha llevado a los Gobiernos del viejo mundo a recibir ahora con más tranquilidad a los visitantes.

No existe comparación entre la infraestructura aeroportuaria y carreteable de mi país con la francesa o austriaca, para citar solo dos ejemplos. Y ni qué decir de la seguridad. Cuando ya se está dentro de las fronteras europeas no existe la zozobra propia de mi región o el alto despliegue militar y policial al que estamos acostumbrados.

Comisión de Estupefacientes

Fui enterado por expertos de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), el Transnational Institute y la organización argentina Intercambios, ONG miembros del Consorcio Internacional de Políticas de Drogas, de la agenda de la semana y de la mecánica con que funcionan las sesiones de la Comisión de Estupefacientes (CND, por sus siglas en ingles). Este año, las ONG programaron varios debates entre los que incluyeron un conversatorio sobre desarrollo alternativo, puesto que la Comisión aprobaría a instancias de Perú, Thailandia y Colombia una Resolución sobre Principios Guía en esta materia. En mi condición de miembro del Observatorio sobre Cultivos Ilícitos OCDI yo debía hacer comentarios al respecto.

En la capital austriaca, las Naciones Unidas construyeron el Internacional Center, una especie de ciudad dentro de la ciudad, para albergar a la burocracia de varias agencias entre las que se destacan la encargada de las drogas y el delito, la UNODC (ONUDD, por sus siglas en español) y la Agencia de Energía Atómica. ¡Qué curiosa coincidencia que las sedes de la ONU sobre drogas y sobre energía atómica estén juntas! Aquí se producen reuniones anuales de la Comisión de Estupefacientes integrada por representantes de Estados, embajadores y misiones técnicas. Impresiona pensar en el gasto de transportes, hoteles y alimentación en el que incurren los Estados para hacer presencia allí. Hay países como los EEUU que acuden hasta con 60 personas en su delegación, pero otros pequeñitos como Santa Lucía en el Caribe, solo lo pueden hacer con dos. En favor del mecanismo debo señalar que cada país tiene un voto y que las decisiones, tradicionalmente son por consenso, así que todos pueden objetar por igual.

Desde hace varios años, algunas ONG son admitidas o invitadas aunque no siempre puedan hablar con total libertad dentro de las reuniones oficiales o las mesas redondas. La voz la tienen los Gobiernos como delegados principales, y si queda tiempo se conceden unos cuantos minutos a "los otros". Sin embargo, según diversos documentos es importante que los representantes de la llamada sociedad civil asistan y contribuyan con los procesos que adelanta la Comisión. Aunque no siempre les importe lo que estas dicen, hay asuntos de no poca monta como los derechos humanos de los usuarios, o la relación drogas-VIH, y el empleo de términos como "reducción de daños" que hubieran sido impensables sin un papel activo de las ONG.

En la mayoría de las mesas redondas se parte de una lluvia de ideas y un chairman recoge unas conclusiones que no son discutidas. Sin embargo, Ecuador preocupado porque en muchos documentos se incluya la iniciativa de un sello a los productos agropecuarios de programas de desarrollo alternativo preventivo, este año en la plenaria final dijo que no se sentía recogido por la relatoría de una mesa que se realizó sobre reducción de la oferta. En dicha mesa varios países reconocieron que los "cultivos para drogas" tienen su origen en la pobreza, al parecer se ha extendido el conocimiento que tienen algunos sobre lo que ocurre en Afganistán, donde por falta de riego, adecuación de suelos, legitimidad del Estado y fortaleza institucional civil las comunidades siguen sembrando amapola para opio.

Committee of the Whole

Pero es en el Committee of the Whole (COW, vaca en inglés) donde los países emplean más tiempo, allí sí, hablando en todos los idiomas sobre cada palabra o cada coma de la redacción de los proyectos de resolución. Los proyectos son presentados por las delegaciones de los Gobiernos. Y es entendible la demora, muchas delegaciones - especialmente las de los países de los Andes o de otros países productores - traen en sus equipos a expolicías y exmilitares, que quieren que las redacciones empleen términos propios del "law enforcement against drugs".

Los Gobiernos aprovechan estas reuniones anuales para contarle a los demás las maravillas que ejecutaron en sus naciones durante al año anterior y traen un séquito de funcionarios, técnicos y "expertos" en drogas. Cada uno habla de sus políticas, planes, programas y proyectos y de cuántos éxitos han obtenido luchando contra la delincuencia y el terrorismo. Algunos, creyendo que es un examen a sus acciones, presentan informes sobre sus operaciones de incautación de drogas y la cantidad de dinero o esfuerzo policial que invirtieron en el año anterior. Escuché a algún funcionario colombiano ofrecerse a ayudar a otros países con su experiencia en desarrollo alternativo, mientras que alguien del Perú decía que ellos sí que sabían de proyectos productivos.

Es en el COW donde se gasta mas tiempo, en un ejercicio aburridísimo del que no participan las ONG. En cambio, éstas pasan su tiempo en los pasillos tratando de hablarle a los Gobiernos sobre sus ideas para ver si encuentran eco a sus propuestas. También organizan reuniones paralelas sobre temas que les interesan. Por ejemplo, este año, hubo reuniones sobre asuntos como, el movimiento cannábico, derechos humanos, salud pública, desarrollo alternativo, los mercados regulados de Portugal y la República Checa, Africa Occidental, género, Latinoamérica, entre otras. Quizá los momentos más interesantes se viven en estas reuniones, en donde los participantes presentan evidencia científica obtenida después de años de estudio e involucramiento con la realidad. Se hacen denuncias o se plantean iniciativas en procura de lograr reformas a las políticas de drogas con las que se gobierna el mundo.

Es posible que la ilusión de un cambio no se logre concretar tan rápido como algunos articulistas piensan. Los delegados de Gobierno hablan con su verdad y la defienden, empezando por los Estados Unidos y algunos otros países que son muy conservadores en el tema de las drogas. Fríos y calculadores, los diplomáticos son herméticos, tratan de usar las palabras políticamente correctas y procuran no generar malestar entre sus colegas. Me estreso al saber que en estos salones es posible que no se logren los cambios necesarios, o que tendrán que pasar muchos años antes de que aparezcan indicios de reforma. Quizá el camino sea impulsar cambios en el seno de cada nación.

La nota irreverente la pusieron este año el Presidente de Bolivia Evo Morales y el encargado de la misión de Uruguay. El primero les dijo a los asistentes que sentía "tensión en el ambiente" pero que no sabía si era por la muerte de su hermano Hugo Chávez o por el fracaso de la guerra a las drogas, lo cual hizo soltar algunas sonrisas en el auditorio. Morales como cualquier "indio sin educación", pidió a la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes JIFE (una instancia todopoderosa que critica a los países que no "hacen suficientes esfuerzos") fustigar no solo al pueblo de Afganistán por el auge de la adormidera, sino también a los países que lo invadieron con pretextos. Uruguay pidió autonomía para seguir su propio camino, el de la regulación de la oferta y demanda de marihuana en su país, lo que ha abierto un gran debate no solo dentro de ese país sino también internacionalmente.

El papel de la sociedad civil en el proceso

Pude observar cómo algunos países que posan de progresistas en otros temas, cuando les hablan de drogas se bloquean y no están de acuerdo ni siquiera con una mayor participación de la sociedad civil. Por ejemplo, al menos 24 horas se requirieron para poner de acuerdo a los delegados sobre el papel de la sociedad civil en el proceso de revisión de la declaración política y el Plan de acción, proceso previo a la realización de UNGASS 2016. Luego, otro proyecto de resolución causó otra secuencia de intervenciones, pues varios países plantearon que la preparación de la UNGASS 2016 debería darle a la CND "el" papel principal, mientras que otros pedían solamente "un" liderazgo para la CND. Al final quedó arreglado con la propuesta de Holanda que solicitó (después de cuatro horas) reformular la frase mencionando "su papel principal". Pero será la Asamblea General la que decida quién hace los preparativos para 2016. Las ONG quieren que el liderazgo lo tengan también otras comisiones y agencias encargadas de derechos humanos, medio ambiente, salud, pueblos indígenas y agricultura, entre otras.

En la Plenaria final ningún proyecto de resolución causo controversia, nadie haría aquí lo que muchos parlamentarios latinoamericanos hacen en sus plenos. Al parecer, los borradores quedan tan bien preparados que incluso después de aprobados varios países se suman como patrocinadores o auspiciantes de los mismos. En esta ocasión, el chairman recorrió muy rápidamente los 17 proyectos y golpeando la mesa con un martillo logró que quedaran "aprobados" en menos de una hora. En su intervención, el director de la UNODC, un señor ruso, mister Fedotov, dijo que mantendría el diálogo con la sociedad civil. Después solo hubo aplausos, elogios de los unos a los otros y agradecimientos. Al final todos salieron presurosos, cansados de una semana de reuniones en las que de forma optimista creen que van por un buen camino, que se construyeron cosas valiosas para remover los obstáculos que han tenido y que nuevamente en un año se encontrarán para ver los progresos.

Un día de estos, cualquier ambientalista debería hacer la cuenta de lo que representa mover este aparato de la Comisión sobre la llamada "huella de carbono" o "huella ambiental" y presentarle a la Asamblea General su resultado. Puede que las ciudades que viven del turismo de estas gigantescas reuniones se molesten, pero se le haría mucho bien al mundo si en adelante se efectúan menos reuniones y se obtienen más resultados. Y digo esto porque mientras aquí se habla y se gasta en estas cumbres, las comunidades campesinas de Guaviare Colombia, acrecientan su protesta actual en contra de las fumigaciones y de la erradicación forzosa. No deja de sorprender que el Gobierno de Juan Manuel Santos, que posa de reformista en materia de drogas y está dialogando con la guerrilla de las FARC siga aplicando no obstante una mano dura contra los cultivadores de la hoja de coca.

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